La zona del Alto San Jorge, Montelíbano, ha sido un asentamiento tradicional de indígenas del pueblo Zenú y algunos campesinos mestizos quienes subsistían a través de actividades agrícolas menores, la llegada de migraciones desde Antioquia y las sabanas de Córdoba permitieron la conformación de un municipio de gran prosperidad económica, el cual fue creado por el Estado mediante el Decreto Nº 182 del 11 de abril de 1953.
En 1950 el geólogo chileno Enrique Hubach, quien realizaba actividades de exploración para Shell, reportó el descubrimiento de un depósito de hierro en el área de Cerro Matoso. Poco tiempo después, geólogos de la Richmond Petroleum confirmaron la existencia de una reserva de minerales como hierro, níquel, cobalto y cromo, así en 1956 la compañía Richmond presentó al gobierno la primera propuesta para establecer contratos de exploración y explotación.
En 1970 el gobierno colombiano entregó la primera concesión para exploración al consorcio norteamericano Chevron-Hanna, quienes fundaron en Estados Unidos la Compañía de Níquel Colombiano S.A. (CONICOL), con una subsidiaria en Colombia. Por su parte, el gobierno colombiano participó de la concesión a través de la Empresa Colombiana de Níquel - ECONÍQUEL-, propiedad del Instituto de Fomento Industrial. La primera aportó el 66,6% del capital inicial y la segunda el 33,4%.
Las exploraciones concluyeron en 1979 y el Gobierno colombiano otorgó una concesión para la extracción de metales a cielo abierto en la cuenca alta del río San Jorge a la sociedad CMSA, de la que formaron parte el gobierno colombiano a través de IFI-Econíquel (45%), Billington Overseas del grupo Royal Dutch Shell (35%) y Conicol de Hanna Mining (20%).
En 1980 empezó la construcción y montaje de la planta, la inversión realizada alcanzó los USD 591 millones, aun cuando el primer estudio de factibilidad indicaba una inversión de 81 millones de dólares. En 1982 CMSA inició su operación. Tejada de la Ossa (1987) reseñó cómo durante la fase preoperativa (construcción de la planta) se generó un cambio en la dinámica social de Montelíbano como consecuencia de las migraciones de los municipios aledaños en búsqueda de empleo o para la prestación de servicios de transporte para la mina. Con la entrada en funcionamiento, la demanda por mano de obra y servicios se mantuvo constante; para ese momento, el autor califica que la empresa tenía un comportamiento de enclave debido a que no había logrado cambios en la estructura productiva de la zona de influencia.
A finales de 1997, el Estado colombiano vendió su participación en la mina a BHP Billiton, que obtuvo la participación mayoritaria. Dentro del esquema de esta multinacional, CMSA es una filial de la compañía en la división de acero inoxidable y tiene como actividad principal la explotación de níquel y producción de ferroníquel; la comercialización se realiza por medio de su casa matriz. Entre 1999 y 2001 se construyó la segunda línea de la planta, que amplió la capacidad de producción desde el primer año de operación en 2007.
En el año 2012 finalizó la concesión otorgada en 1970. En medio de controversias por investigaciones de la Contraloría General de la República, denuncias de parlamentarios por evasión de impuestos, entre otras, la concesión fue renovada hasta el año 2029 con opción de prórroga hasta el 2044, aun cuando algunos estudios sobre el horizonte de producción de CMSA han anticipado el agotamiento del recurso explotable para el 2025.
En agosto de 2014, BHP Billiton anunció la creación de una nueva filial denominada South32, la cual tomó el control sobre la mina de níquel.
Es importante destacar que estos cambios de dueños o administradores no son una novedad para Cerro Matoso. A lo largo de su historia, la mina ha experimentado varias transiciones de propiedad sin que estas hayan afectado de manera significativa las operaciones o la estabilidad laboral en la región. Estos procesos son naturales en el contexto de grandes proyectos industriales y, por lo general, responden a decisiones estratégicas de las empresas. Por lo tanto, la población en general puede tener la tranquilidad de que, como en ocasiones anteriores, estas transiciones no deberían alterar el compromiso de la compañía con sus trabajadores, la comunidad y el desarrollo económico de Montelíbano.
Autora: HELEN JOHANNA ORJUELA TACHA
